—No tengo ni he tenido ninguna relación indebida, ni mucho menos en negocios —exclamó entre lágrimas la conductora Galilea Montijo.
Por ahí del ahora lejano 2021 hubo una polémica en las redes sociales y en los canales de farándula de mi México Mágico alrededor de un libro; algo que me dio risa y un poco de asombro al redescubrir como en la sociedad sigue habiendo cacerías de brujas, aunado al problema de la censura que, como deseosa por ahondar en las letras, me mortifica ante la idea de no poder decir o plasmar mis verdaderas ideas por miedo de que una persona se ofenda y me mande a dormir con los peces. Me resulta espeluznante, pues, este alboroto me recordó, al saber que la autora es una periodista que se vio obligada a abandonar México para salvaguardar su vida por decir y exponer la verdad, a las tragedias que se escuchaban en mi cuadra cuando era una niña: encuentros de cadáveres de periodistas que solo hacían su trabajo fueron hallados en una de las carreteras principales de la ciudad, todo por exponer a uno de los políticos más fuertes de la misma.
Es de admirar el cómo, ante las adversidades, Anabel Hernández sigue con su labor de periodismo y escritura, pero, ¿es motivo suficiente para acercarse a un libro? Para mí no lo fue, de hecho, no le hubiera prestado atención si no fuera porque la conductora Galilea Montijo salió a la televisión a decir que en las páginas de dicho libro no había más que calumnias. Y como buena amante del chisme, semejantes comentarios despertaron en mí la vena curiosa que me empujo a hacerme con un ejemplar y perderme en sus páginas.
¿De qué trata el libro?
Emma y las otras señoras del narco no es más que una exposición y confirmación de rumores que envuelven a la sociedad mexicana, siendo el más fuerte el del gobierno colindado con el crimen organizado. Sin embargo, aquí no se habla de las cabezas del narcotráfico, sino de las mujeres que se ven envueltas en ese entorno y sus motivaciones para hacerlo, siendo el más común: el dinero y el miedo.
Mientras escribo esto viene a mi mente la pregunta: ¿cuál es el papel de la mujer en México? Desde el momento en que sabes que para un mexicano el insulto más denigrante que te pueden dar es un “chinga tu madre”, es que hay algo ahí. Diría un osado, existe un trauma en nuestra cultura y este se remite a la madre. Recuerdo que en mis clases de historia de la universidad se mencionó que la razón de semejante insulto se debe al rencor generalizado hacia la madre que no se pudo defender del conquistador español que vino a violentarla, tildándola de puta y paria por haber sido incapaz de defenderse. ¿Y qué tiene que ver todo este tema de historia con el libro en cuestión? Algo bastante similar.
En las páginas de Emma y otras señoras del narco desfilan múltiples figuras del espectáculo que se relacionaron románticamente con cabecillas del crimen organizado; algunas motivadas por el dinero, otras por curiosidad, y otras por ingenuidad, pues, recordemos que estos señores —si es que se le puede llamar así a estos personajes—, tienen experiencia en el habla, además, no eran tan tontos, pues, sus mujeres predilectas eran en su mayoría menores de edad: chicas influenciables, de escasos recursos cuyos desesperados padres eran capaces de todo con tal de deshacerse del hambre. Mientras leía no pude evitar notar que la figura de la mujer es envuelta en tantos velos que terminan por despersonalizarla a tal punto que se convierte en un adorno, en un trofeo más. Esto no sólo en el ambiente machista y neurótico del narcotráfico, sino de la cultura mexicana en general. A la mujer se le exige ser pura y entregada, cariñosa y frívola, inteligente, pero no tanto, observadora, pero discreta, abnegada, pero rebelde… en fin, un mar de contradicciones que indica que el que no sabe lo que quiere es, en realidad, el macho mexicano.
Esto no quiere decir que todas las mujeres que se mencionan en el libro eran ingenuas o inocentes, al contrario, se hace mención de un par de actrices que, conscientes de lo que hacían, iban a encuentros privados con estos peligrosos hombres con tal de obtener un poco de plata, siempre buscando el beneficio e ignorando la sangre que corría por las manos que exploraban sus curvas en aquellos fortuitos encuentros. De hecho, me animo a preguntar: ¿qué habrán sentido realmente esas mujeres mientras eran envueltas por las caricias de un asesino? ¿Cómo vencían el miedo de ser la próxima víctima? ¿Acaso lo sentían? Pues, me niego a creer el argumento de que “desconocían” los negocios de sus respectivas parejas, ya que solo un ciego sería capaz de no ver lo que aquellos hombres hacían, lo que me lleva a un momento del libro que me asustó.
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Imagen mencionada en el informador |
Hubo una mujer que se envolvió con un narco y que, por extraño que parezca, lo defendía a capa y espada argumentando que él no hacía nada, que era un buen hombre… todo porque ese tipo le había dado caricias e hijos. Podría aventarme a decir que estaba manipulada, pero Anabel Hernández deja muy claro en sus palabras que esta mujer era consciente de todo y aun así prefería defender al hombre condenado por asesinato por considerarlo el amor de su vida.
¿Qué relación tiene todo lo anterior con el rencor hacia la
figura materna?
No es exactamente rencor hacia la figura materna, sino el
conflictivo sentimiento que tiene el machismo hacia la mujer. En las páginas
del libro pude ver cómo la belleza y el estatus de la fémina aumentaba el ego
de quien era su pareja, incluso recuerdo haber leído que en las fiestas de un
capo entre los hombres discutían el quién tenía a la mujer más hermosa y el
ganador se regodeaba exponiendo su miembro al tiempo que decía que la haría
volar, aludiendo obviamente al acto sexual.
En el entorno del narcotráfico la mujer no es más que un trofeo, un juguete que le sirve de estatus y reproducción, pues, algo que también me dejó perpleja fue el cinismo que tenían estos hombres al tener múltiples mujeres e hijos con ellas. Quitándole valor humano y viéndolas, como ya dije, como meros objetos de deseo.
Conclusión
¿Qué puedo más puedo decir de este libro? Es una ventana hacia el México actual, la narrativa de Anabel Hernández te invita a reflexionar al tiempo que te expone lo que está sucediendo de manera humana, pues, en ningún momento deja de retratar a las figuras que desfilan en sus páginas como personas complejas que son resultado de sus respectivas circunstancias.
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